el firmamento estaba en mis entrañas
y en la apacible quietud de la noche lo observaba.
El anciano hostigado y lento se sento a mi lado
y me susurro con su aliento:
estoy un poco cansado,
quisiera que tu y tu amada ocupen mi lugar
y consuman mi tiempo,
mañana empezaria a las 5:30 am
y como siempre por el Oriente.
Mi cascada se entristecio
y el anciano me consolo y me seco
y de nuevo susurro:
estuve esa gran noche de amor
donde ambos lograron la luz y el resplandor,
solo deseo que la oscuridad no cobije la aurora.
Yo senti sus halo
Yo escuche sus halo
Yo deguste sus halo,
ahora abre la puerta y entra a tu morada
y comentale a tu amada la tarea encomendada.
Alli estaba ella,
como siempre hermosa y bella
y viendome a los ojos me dijo:
no te preocupes mi amor
mañana tu y yo alumbraremos de nuevo el universo
con nuestro ritual de amor.
Dile al anciano que regrese a su cama,
abrace al sociego,
que dentro de unas horas
nuestra luz y nuestro calor
realizaran lo que la lasitud no permitio.
En nuestro ritual
la naturaleza danzara y con su propio oxigeno se embriagara,
los rios detendran su flujo
para purificar sus pensamientos
y moderar sus impulsos.
Los oceanos se vestiran de azul
y las olas seran flores de tul.
Los pajaros vigilaran al viento
y cantaran nuestra sinfonia.
Las nubes cabalgaran sin su ropaje
para que el azul de el cielo
devore los rios de sombra.
Los sufrimientos se disolveran,
y la felicidad se servira en el banquete de el ser.
Ahora mi dulce amado
frotemos nuestros cuerpos
para cuando arrive el tiempo,
tu y yo seamos fuego
y cuando la campana resuene en nuestro templo
amame como si fuera nuestro último encuentro.
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